Mucha gente ignora que cuando estamos escribiendo estamos cumpliendo una función cerebral. Se puede creer que realmente escribimos con la mano y el bolígrafo y que con esos dos componentes y un folio de papel ya estamos listos para escribir. Sin embargo tener todo dispuesto en la mano no es suficiente para poder escribir. Hay estudios que demuestran sin ningún género de dudas que en el momento en que empieza a surgir la escritura de tu mano, todas y cada una de las letras las está diseñando, planificando y pensando el cerebro, y que si nuestro cerebro no tiene nada que decir, escribir se vuelve una función imposible.
Seguro que has observado bonitos cuadros en calendarios o en otro tipo de publicidad que pone que están pintados con “el pie o la boca”, ahí podemos observar claramente cómo cuando la mente del pintor quiere expresar sus inquietudes artísticas puede hacerlo con partes tan inverosímiles, y pinta obras que muchos de nosotros ni siquiera teniendo las dos manos sanas y un lienzo delante seríamos capaces de dar dos pinceladas.
También habrás visto cómo cuando te dispones a escribir a un amigo y te empiezas a preguntar qué decirle o por donde vas a empezar a contarle algo, aunque tengas bolígrafo, papel y la mano disponible no eres capaz de escribir una sola letra hasta que de repente exclamas: ¡Ah ya sé lo que le voy a decir!, bueno pues a partir de ese momento es cuando tu mano se pone a escribir.
Te pondría muchos más ejemplos pero cualquiera de ellos no haría sino reiterar lo mismo, y es que “escribimos con el cerebro”. Bueno, pues ya sabiendo que es nuestro cerebro el que escribe ¿no podríamos mandarle pequeños mensajes a través de la escritura (grafoterapia)? ¿No podríamos ordenarle alguna forma de hacer las cosas y que actuara facilitándonos la tarea?
¿Crees que son iguales las terminaciones nerviosas de las neuronas de un violinista que las de un cocinero? Unas están trabajando para satisfacer el gusto por la música y es una función bastante espiritual, sin embargo las del cocinero están entrenadas para satisfacer necesidades mucho menos “espirituales” como son paladear un buen plato de comida. ¿Y las neuronas de nuestro cocinero y de nuestro violinista, cómo han adquirido esa especialidad tan distinta si ambas son neuronas igualmente? ¿No habrán tenido que ensayar muchas veces cómo interpretar una melodía o cómo preparar un pastel para que un día, sin apenas mirar y haciéndolo de una manera casi automática, les saliese perfecto? A esto me refería cuando te decía si sería posible “mandarle órdenes a nuestro cerebro por medio de la escritura”.
En efecto así es, toda orden que envíes a tu cerebro el suficiente número de veces irá quedando “impresa” y podrá llegar a automatizarse para usarlo cuando sea necesario. Ni que decir tiene que una vez que sabemos esta propiedad debemos tener sumo cuidado en lo que le indicamos. Para lo que sea que le entrenemos a que haga, eso va a ser lo que realmente va a hacer, ni más ni menos que lo que tú le has enseñado.
* Este artículo forma parte de nuestra Revista digital de Psicología y Grafología nº6. Puedes suscribirte aquí y te la enviaremos de forma totalmente gratuita.
Este artículo puede ser referenciado y/o extractado parcialmente enlazando siempre con el origen http://psicologia-grafologia.blogspot.com/2011/07/grafologia-escribimos-con-el-cerebro.html